Comprender las resacas de los ataques de pánico: por qué se siente agotado después y cómo recuperarse

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Los ataques de pánico son experiencias intensas que desencadenan una cascada de síntomas físicos (aceleración del corazón, dificultad para respirar, temblores) a medida que el cuerpo reacciona como si se enfrentara a un peligro inminente. Si bien la sensación de amenaza inmediata generalmente desaparece en cuestión de minutos, muchas personas reportan agotamiento persistente, confusión mental y una sensación general de agotamiento durante horas o incluso días después, lo que comúnmente se conoce como “resaca de ataque de pánico”. Esto no es simplemente fatiga relacionada con el estrés; refleja el complejo proceso de recuperación fisiológica de su cuerpo.

Por qué te sientes agotado después de un ataque de pánico

Imagínate correr un maratón: tu gasto de energía es enorme, dejándote agotado después. Un ataque de pánico actúa de manera similar, incluso si no hubo un esfuerzo físico real involucrado. Su sistema nervioso se inunda de adrenalina y otras hormonas del estrés, lo que provoca un ritmo cardíaco rápido, respiración superficial, tensión muscular y un mayor estado de alerta mental. Este aumento moviliza su cuerpo para una respuesta de lucha o huida, un mecanismo de supervivencia crítico diseñado para ayudarlo a escapar del peligro en situaciones peligrosas.

Sin embargo, cuando es provocada por una amenaza imaginaria (como ansiedad social o un pensamiento estresante), esta reacción intensa no es necesaria. Su cuerpo todavía realiza los movimientos, quemando reservas de energía sin una salida para liberarla. Una vez que el pánico desaparece, su sistema cambia al modo de recuperación, lo que lleva a ese familiar colapso de fatiga y confusión mental.

A este desgaste físico se suma el costo emocional de un ataque de pánico. El miedo, la vulnerabilidad o la preocupación por sucesos futuros pueden mantener el cerebro activo incluso cuando el cuerpo intenta descansar. Esta cepa combinada crea la desconcertante sensación de “resaca” que muchos experimentan.

12 formas de afrontar las resacas de los ataques de pánico

Sentirse agotado y mentalmente agotado después de un ataque de pánico es completamente normal. Pero hay formas de facilitar este proceso de recuperación y ayudarle a sentirse mejor más rápido:

  • Pausa y respira: Dale tiempo a tu cuerpo para que se recupere, aunque sea por solo 10 minutos. Acuéstate o siéntate cómodamente, cierra los ojos y concéntrate en respiraciones lentas y suaves durante un par de minutos.

  • Hidratarse y nutrirse: Beba agua o una bebida con electrolitos para reponer los líquidos perdidos durante el episodio. Un refrigerio ligero y fácil de digerir puede estabilizar los niveles de azúcar en sangre y proporcionar energía.

  • Movimiento suave: La tensión a menudo aumenta en los músculos durante los ataques de pánico. Pruebe estiramientos simples, giros de hombros, círculos con el cuello o una caminata corta para liberar esta tensión y promover la circulación.

  • Cambio de temperatura: Salpicar agua fría en tu cara o sostener una bolsa de hielo puede ayudarte a tranquilizarte e interrumpir los nervios persistentes.

  • Simplifica tu día: Reduce la toma de decisiones tanto como sea posible. Cíñete a lo esencial, pospone las tareas no urgentes y aspira a ser “suficientemente bueno” en lugar de perfecto.

  • Crea calma: Atenúa las luces, apaga los ruidos fuertes y minimiza el tiempo frente a la pantalla. Considere utilizar aromaterapia con aromas calmantes como lavanda o manzanilla.

  • Registra tu experiencia: Tómate unos minutos para reflexionar sobre tus sentimientos, síntomas, lo que te ayudó a calmarte y los posibles desencadenantes. Este proceso puede ayudar a procesar las emociones e identificar estrategias de afrontamiento.

  • Comuníquese con nosotros: Incluso un simple mensaje de texto a un amigo o familiar de confianza puede brindarle consuelo y apoyo. La conexión social ayuda a amortiguar el estrés y promueve la curación.

  • Minimiza la cafeína y el alcohol: Tu sistema ya está sensible después de un ataque de pánico; Evite los picos de cafeína y alcohol, que pueden alterar el sueño y empeorar la ansiedad.

  • Priorice el sueño: Trate de tener una rutina constante a la hora de acostarse y cree un ambiente de sueño relajante. Si es necesario, tome una siesta corta (de 20 a 30 minutos) para combatir la fatiga, pero evite las siestas nocturnas que puedan interferir con el sueño nocturno.

  • Desarrolle un plan “Si vuelve a suceder”: Tenga una lista de técnicas calmantes fácilmente accesible en su teléfono o en su billetera. Los ejemplos incluyen respirar profundamente, tararear, salpicarse la cara con agua fría o comunicarse con una persona de apoyo.

  • Busque orientación profesional: Si los ataques de pánico son frecuentes o lo dejan significativamente agotado durante períodos prolongados, considere buscar ayuda de un terapeuta o consejero especializado en trastornos de ansiedad. Pueden proporcionar estrategias de afrontamiento personalizadas y opciones de tratamiento adaptadas a sus necesidades.

Recuerde, experimentar una “resaca de ataque de pánico” no es un signo de debilidad; Es una consecuencia natural de que su cuerpo trabaje duro para recuperarse de una intensa respuesta al estrés. Al comprender las razones subyacentes detrás de estas secuelas e implementar estas técnicas de recuperación, puede disminuir su impacto y navegar esos sentimientos posteriores al pánico con mayor facilidad.